Retrato de CDS por AFP

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Crédito: AFP
Fotos: CDS

La Asociación Comandos de Salvamento, con recursos limitados pero con valor y entrega, despliega desde hace 50 años una labor humanitaria en El Salvador que a veces se torna peligrosa por los recurrentes fenómenos naturales y la violencia delincuencial.

Guiados por su lema «siempre neutral», con sus trajes amarillos estampados con una cruz verde, los socorristas se desplazan a diario para atender emergencias de tránsito o provocadas por fenómenos naturales, en un país que es vulnerable en un 87% de sus 20.742 km2 de territorio.

«Trabajamos con recursos limitados en un país que afronta muchas necesidades de atención, sobre todo hoy que estamos iniciando la temporada de lluvias», declaró a la AFP el vicepresidente de Comandos de Salvamento, Carlos Alvarado.

Alvarado ha dedicado 26 de sus 57 años de edad a la institución que fue fundada el 30 de septiembre de 1960.

«Tenemos voluntad para servir, pero en muchas ocasiones lamentamos la falta de ambulancias y aparatos tecnológicos para ser utilizados en socorrismo», resumió el activista.

Entre las faenas más importantes de este ente humanitario, la primera fue a raíz del terremoto de mayo de 1965, pero sus pruebas de fuego las ha pasado con la guerra de las Cien Horas entre El Salvador y Honduras en julio de 1969; el huracán Fifí de 1974, y los terremotos de 1986 y 2001.

La audacia y el espíritu de sacrificio de los jóvenes que integran Comandos de Salvamento se hizo patente en marzo de 1980, cuando el ejército gubernamental reprimió brutalmente a las personas que asistían a los funerales del asesinado Arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero.

Pero no menos heroico es el quehacer diario de estos socorristas que también enfrentan peligros y dificultades para asistir a las víctimas de asalto o a los accidentados en las carreteras en los fines de semana, según constató un periodista de la AFP que los acompañó durante varios días.

A pesar de su noble trabajo, los socorristas también son blanco de la violencia generada por las maras o pandillas y la delincuencia común.

Una de las víctimas de la institución es el joven socorrista José Antonio Rivas, de 20 años de edad, quien fue atacado el pasado 11 de junio en Apopa, 12 km al norte de la capital, en una acción atribuida en principio a una pandilla.

Contrario a otras entidades de servicio, la mayoría de los 3.500 voluntarios de Comandos de Salvamento se conforma con recibir una camiseta con el logo de la institución, pero deben correr con los costos de su uniforme principal.

«Aquí la mayoría de jóvenes socorristas son de comunidades pobres que muchas veces llegan pidiendo aventón (transporte) a vehículos particulares», comentó a la AFP el fotógrafo de Comandos, Francisco Campos.

Con el financiamiento de Ayuda Popular de Noruega, Comandos de Salvamento logró registrar en un libro los 50 años de servicio, en los que sobresale su papel en los 12 años de la guerra civil (1980-1992) librada por el ejército contra la guerrilla izquierdista del Frente Farabundo Martí, que actualmente gobierna el país.

La agrupación recibe 290.000 dólares anuales por parte del Estado, que sirven para el pago de locales y mantenimiento de ambulancias, y para impulsar otros proyectos de asistencia.

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